8 ago 2009

Salir de

. 8 ago 2009


·> Salir de la ducha y que la toalla esté calentita.

No es habitual encontrar la toalla de esta forma, entre otros motivos porque no siempre sabemos de antemano en que momento nos vamos a duchar, ya que salvo la ducha matinal, esa que nos damos casi recién levantados, todavía con algunas legañas, sin quitar, con los músculos y articulaciones algo embotadas por ese descanso merecido.

Esta ducha matutina, no siempre es la primera del día, porque desde las 00.00 hasta que nos levantamos podemos habernos dado alguna ducha, ya sea por gusto, para volver a sentir la piel recorrida por gotas de agua, por sentir como las manos y los labios buscan saciar la sed; o por necesidad, para despejarnos, para seguir buscando una nueva forma de amanecer.

·Esa ducha diaria, matutina, antes de empezar el día a día, además de rutinaria, es rápida, precisa, necesaria y casi aséptica.

Cuando la ducha es de forma premeditada, planeada de antemano, con tiempo para disfrutarla, para compartirla, sabiendo a que hora va a empezar, pero sin tener demasiado claro hasta cuando vas a estar en ese santuario que puede llegar a ser el momento de la ducha para alguien como tu que se ocupa de cuidar cada milímetro de su piel.

Para una ocasión como esta, cuando sabemos que vamos a estar, que luego de la ducha podremos tomar algo de beber, de comer, que podemos comentar algunas de las ideas que tenemos para el resto del día.

La idea de tener esas toallas cálidas para cuando saliésemos no recuerdo de quien fue, pero si se que en un primer momento no sabíamos como las conseguir
íamos ya que al estar en un lugar que no es el habitual no disponíamos de las comodidades habituales, adelantos tecnológicos que nos habrían facilitado la labor de tener esas toallas con que seguir igual de arropados.

Trozos de madera seca, lumbre preparada para la ocasión, un barreño lleno de agua de lluvia, hojas de laurel para hacer una infusión.

Las toallas, cálidas por el vapor, impregnadas por la esencia del laurel, ávidas por ayudarnos a mantener el calor, servirán para que no nos apetezca otra cosa que estar tu sobre mi, yo junto a ti.

Beber sorbos pequeños, morder ahora tu, ahora yo, esa manzana que nos alivia las ganas de comer, recostarnos, envueltos como estamos cautivos de la emoción.
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