Es posible, que cuando todavía andabas por el lugar que te vio nacer, en una de esas tardes en que después de hacer lo que de antemano sabías tenías que hacer, cuando ya habías preguntado si podías ayudar con alguna cosa más, decidías salir a jugar.
Por lo menos es lo que me ocurría a mi.
Recuerdo que por querer ayudar, por intentar hacer como l@s que eran mayores, en ocasiones me veía en algún que otro berenjenal.
Recuerdo tardes en las que intentabas ayudar a recoger los pollitos de la última camada, que ya estaban empezando a investigar.
En ocasiones eran l@s baif@s que ya aparte de la madre, en cuanto los soltabas, primero iban a comer, pero en cuanto se "jartaban", empezaban a brincar, a hacer cabriolas.
Cuando llegabas hasta la orilla del mar, a veces intentar coger con la manos, los cabosos que se habían quedado en los charcos.
Los fines de semana, por las mañanas, podían ser las palomas de los vecinos, que en ocasiones se posaban en la azotea, y aunque era suficiente con 'jusiarlas' un poco para que levantaran vuelo, y se dirigieran a su palomar, eso sería lo fácil, y creo que ese día tampoco fui a clase :-P
En cada una de esas ocasiones, intentabas acercarte, despacio, sin llegar a sobresaltar, teniendo cuidado con las sombras, con el sonido de los pasos, incluso emulando las pelis y documentales, contar con que el viento no les llevara el olor y les espantara.
Era importante también que notaran tu presencia. Que tu fueras consciente de que te habían visto, que en ocasiones guardaban esa distancia de seguridad, que de hacer falta, te podías acerca apenitas más sin tener que correr.
Sabías que de acercarte demasiado, por muy buenas intenciones que tuvieras, el efecto conseguido podía ser el opuesto, y que el terreno se volviera a interponer.
Con frecuencia surgen detalles que me dejan casi sin saber que hacer, salvo sonreír por momentos, hasta que 'casi' me obligo a volver al estado en que me encontraba, antes de que me invadas.
Por lo menos es lo que me ocurría a mi.
Recuerdo que por querer ayudar, por intentar hacer como l@s que eran mayores, en ocasiones me veía en algún que otro berenjenal.
Recuerdo tardes en las que intentabas ayudar a recoger los pollitos de la última camada, que ya estaban empezando a investigar.
En ocasiones eran l@s baif@s que ya aparte de la madre, en cuanto los soltabas, primero iban a comer, pero en cuanto se "jartaban", empezaban a brincar, a hacer cabriolas.
Cuando llegabas hasta la orilla del mar, a veces intentar coger con la manos, los cabosos que se habían quedado en los charcos.
Los fines de semana, por las mañanas, podían ser las palomas de los vecinos, que en ocasiones se posaban en la azotea, y aunque era suficiente con 'jusiarlas' un poco para que levantaran vuelo, y se dirigieran a su palomar, eso sería lo fácil, y creo que ese día tampoco fui a clase :-P
En cada una de esas ocasiones, intentabas acercarte, despacio, sin llegar a sobresaltar, teniendo cuidado con las sombras, con el sonido de los pasos, incluso emulando las pelis y documentales, contar con que el viento no les llevara el olor y les espantara.
Era importante también que notaran tu presencia. Que tu fueras consciente de que te habían visto, que en ocasiones guardaban esa distancia de seguridad, que de hacer falta, te podías acerca apenitas más sin tener que correr.
Sabías que de acercarte demasiado, por muy buenas intenciones que tuvieras, el efecto conseguido podía ser el opuesto, y que el terreno se volviera a interponer.
Con frecuencia surgen detalles que me dejan casi sin saber que hacer, salvo sonreír por momentos, hasta que 'casi' me obligo a volver al estado en que me encontraba, antes de que me invadas.
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